viernes, 12 de febrero de 2010

Capitulo 21





Lorena es una mujer feliz. Plena. Mira el mar desde el balcón de la casa. Esa casa en la que ella y Juan han vivido una de sus reconciliaciones más intensas. ¿será una más o la definitiva? Juan está durmiendo y desnudo en la cama. Ella lo mira desde la ventana. Lo ama, no ha querido aceptarlo para no sufrir. Juan es un infiel y un coqueto pero ella lo ama y no lo puede evitar. Han gozado y han hablado de sentimientos. Juan está dispuesta a cambiar y ella no puede negar que nunca ha amado ni amará como a Juan pero es inevitable tener miedo. Fuera las cosas no están muy claras. Juan no ve ningún problema en dejar a Sandra pero Lorena no lo ve así, además a ella le duele hacer daño a Marc después que ella lo ilusionó cuando no tenia nada claro sus sentimientos. Su familia no le preocupa. Mira hacia la cama, tiene claro que Juan es quien la hace feliz y espera que no le dé motivos para tener celos y puede tener la estabilidad con él que tanto busca y necesita. Esa casa, esa cama es su paraíso y le gustaría que paralizar el tiempo y que estén siempre juntos, siempre como en esa casa. Lorena se mete en la cama para dormir abrazada a él. Juan medio despierta, se queda en un rincón de la cama y de espalda a ella. Lorena se pega a él, duerme abrazada bien abrazada con él. Juan se va moviendo pero Lorena no se separa de él. Es como si tuviera miedo que el chico se fuera. Aunque está feliz y quiere olvidar el pasado, Lorena tiene muy presente como la humilló días atrás en el baño dejándola con las ganas. En el fondo tiene miedo que Juan se la vuelva a jugar. Le cuesta mucho dormir. Cuando despierta se angustia al no encontrarlo a su lado. Toca la cama sobresaltada.
--¡¡Juan, mi amor¡
No oye nada y eso la desespera.
--¡no, no puede ser¡
Han sido muy felices la noche antes, se han hablado con tanta sinceridad:
--¡¡No puede ser mentira…¡¡
Baja corriendo y sin vestirse y se lo encuentra en la cocina preparando para ambos unos crépes de chocolate. Al verla bajar y desnuda, Juan que lleva delantal y calzoncillos, empieza a chiflar.
--guau, me encanta tu modelito –dice divertido.
Lorena se alegra de verlo y lo abraza entusiasmada. Él sonríe y la besa. Ella se resiste a soltarlo.
--me asusté al no verte… Creí que te habías ido…
Ella lo tiene abrazado por la espalda. Él va cocinando. Gira la cabeza:
--No pienso dejarte ir, esta vez no. No te librarás de mi –le dice cariñoso y guiñándole el ojo.
Se besan.
--¡venga que esto está ya listo¡
Juan deja los crépes en la mesa.
--vamos a sentarnos –dice él quitándose el delantal.
--Me tengo que vestir.
Él la mira con cara de pervertido:
--así estás mejor…
Lorena le empieza a bajar el bóxers:
--y tú también…
Los dos se miran sensualmente. Van a sentarse. Juan se desvive por quedar bien así que tal y como ha visto hacer en las películas le retira la silla y luego se la acerca. Ella lo mira dulcemente y él sonríe y guiña el ojo muy seductor. Los dos están ardiendo y a la vez enamorados. Estarían siempre haciendo el amor pero eso no quita que además se amen con intensidad y traten de luchar por poder mantener una relación estable. Él se sienta al lado de ella. Lorena lo mira hechizada.
--come, que se te enfriará –dice él.
Lorena lo besa.
--Te amo.
Al compartir de nuevo momentos en esa casa, Lorena vuelve a sentirse como en sus primeros años, cuando eran una relación de enamorados que soñaban con un futuro juntos. Lorena necesita confiar en él, no puede callar más el amor que siente por él.
--Yo también –dice Juan al que le cuesta un poco de hablar de sentimientos.
Los dos están felices de compartir 24 horas juntos. Lorena siempre ha tratado a Juan como un rey y ahora es él quien la trata a ella como una reina. Se muestra como el perfecto amo de casa. No deja que mueva ni un solo dedo y ella se siente especial. Se queda todo el rato mirando mientras él cocina, friega, limpia. Ella lo mira mientras le da conversación. Hacen el amor todas las veces que les apetece. En la ducha, en la cocina, en la mesa, en el sofá. Ven la televisión un rato desnudos y tumbados en el sofá. Él se ha quedado dormido en brazos de ella. Ella lo mira enamorado, con deseo, con amor, con ternura. Se siente feliz y desea que todo siga como hasta ahora.

Al anochecer se preparan para salir. Lorena encuentra a Juan a punto de afeitarse. Está desnudo de cintura para arriba.
--Con barba tienes un aire más sensual, más agresivo –dice Lorena.
Juan le guiña el ojo y la besa. Ella le acaricia el cabello.
--estas raro pero me gusta…
--Te sabe mal que me cortara el pelo ¿no?
Juan se va a disculpar por su arrebato pero ella no le deja, le pone la mano en los labios y dice dulcemente:
--estás guapísimo... tu siempre me volverás loca... aunque estuvieses calvo.
Entonces divertido él hace como si se fuera a poner espuma en la cabeza.
--¡no seas loco, era broma¡ --dice ella.
Se miran divertidos.
El bote de espuma es todo una tentación y ella se lo saca de las manos.
--Ni se te ocurra que tenemos mesa reservada… --advierte él.
Le llena la cabeza de espuma y también él torso que ella resigue cubriéndolo todo de espuma. Él la regaña pero riendo.
--qué haces?, mira como estás poniendo…
Se arrodilla para desabrocharle los pantalones.
--No eso no, que no llegamos –le pide él.
Lorena, como es su costumbre, no le hace caso. No sólo no le baja los pantalones sino también los calzoncillos y disfruta como una loca pintando de blanco su trasero y también sus partes más íntimos.
--No ahí no que es una parte muy sensible –pide Juan.
Lorena le echa más en esa parte. Acaricia el pene, los testículos, el vello… Todo blanco. Juan la mira resignado y pícaro. Le guiña el ojo:
--que esto no es nata, no me la puedes chupar luego…
Lorena la mira pícara:
--pero puedo tocar…
Juan, todo blanco, dice con cara de salvaje:
--ahora te vas a enterar…
Lorena estaba ya vestida, con las manos blancas, Juan la abraza y ambos quedan igual de manchados con la espuma.
--esto es lo que querías ¿no?
Los dos se ríen, se besan. Juan agarra con sus manos el rostro de Lorena y se lo pega a los labios. Le deja toda la cara manchada. Ríen mucho. Se miran pícaros. Juan tiene la ropa a los pies y se la quita. Va desnudando a Lorena. Van hacia la ducha, él empieza a hacerle cosquillas, bajo la ducha se van besando. Ella lo mira excitada:
--ahora sí te la puedo chupar…
Juan le guiña el ojo. Ya han perdido la reserva pero a ninguno de los dos les importa. Hacen el amor en la ducha. Luego van hacia la habitación persiguiéndose, haciéndose cosquillas. Están desnudos y no se han secado. Queda todo el suelo lleno de agua. Él la abraza por la cintura y la tira sobre la cama.
--Hacemos otro? –pregunta él con cara de sátiro.
--a qué no puedes…?
A los dos les encanta provocarse. Juan está en plena forma y ambos disfrutan juntos. Se quedan desnudos en la cama abrazados. A él le suenan las tripas.
--me muero de hambre…
--No sé si habrá comida…
--¿nos vamos a la playa? ¿Compramos unos bocatas y buscamos una cala donde no haya nadie?
Se miran con cara de depravados. Se levantan deprisa. Se visten, comen unos bocatas. Pasean por la playa. Encuentran un lugar desierto. Se miran encantados. A los dos les gusta bañarse desnudos. No hace falta decir nada. Se van sacando toda la ropa mientras se miran sensualmente. Dejan la ropa y corren desnudos. Se tiran al agua. Nadan, bucean, juegan, se abrazan. De besan. De nuevo ella le provoca:
--¿a qué no eres capaz de hacerme el amor ahora?
A él le excita mucho la propuesta de ella:
--¿aquí?
--¿o es que eres un gallina? –provocativa.
Él la mira con cara de: Ven aquí que te vas a enterar. Él la monta una vez más, a solas bajo la luna. En medio del mar. Contentos, satisfechos y desnudos salen de la playa. Caminan hacia sus ropas. Tomados de la mano. Se tumban en la arena sin importarles quedarse manchados. Se miran y se susurran que se aman, están felices de haber recuperado ese amor tan intensamente como en el principio, en sus mejores años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario